Villanueva es un topónimo muy común en
España y ya lo era en el siglo X, refleja la instalación de un poblamiento.
Villanueva nació, con muy probable seguridad, a finales del siglo IX, rozando ya el siglo X. Cuando en el año 850 vino a Castilla su primer conde, Don Rodrigo, enviado por el rey de Oviedo.
La primera cita de Villanueva en la
Historia es del año 957, primer día de julio. En esta fecha, el abad Adolfo se incorpora con sus bienes al
monasterio de
San Mamés, en las brañas de los Obarenes, término de
Pancorbo. Los bienes del abad están situados en
Silanes, en la Bureba (Rivarredonda, Vallarta, Villanueva) y en la Tobalina y consisten en
casas,
fincas,
molinos, libros,
caballos, etc. En Villanueva se señalan expresamente unos viñedos.
Los documentos se suceden desde ahora y a lo largo de toda la Edad Media en los dos polos culturales y monacales más influyentes y brillantes de la región: Los de los
monasterios de San Salvador de Oña y de San Millán de la Cogolla. Así, en 1037, el magnate Diego Muñoz y su esposa Elo someten al monasterio de San Millán el de San Clemente de
Santa Maria de Rivarredonda, los bienes de éste se traspasan también a aquel. Informados de esta donación, algunos sacerdotes y seglares de la comarca añaden otros bienes: así el presbítero Sarracino entrega "una tierra en Los
Corrales y una viña en el llano de VILLANUEVA". Tenemos, pues, otra referencia al viñedo en nuestra Villa.
En el año 1046, los reyes de
Navarra, don García (el que morirá en Atapuerca) y doña Estefanía donan el monasterio de San Juan de Pancorbo al monasterio de Oña y señalan sus linderos, uno de los cuales discurre "desde el arroyo que viene de VILLANUEVA al
río Oroncillo". Doce años más tarde, 1058, Pedro Muñoz, sobrino del mencionado don Diego Muñoz regala a San Millán de la Cogolla los bienes que he heredado en Santa María Rivarredonda y en la Bureba, entre ellos la hacienda que posee en VENTOSA. En ese mismo año, la gran señora doña Sancha declara en solemne documento haber
comprado al rey don Sancho de Navarra por la enorme cantidad de 3500 sueldos de plata los monasterios de San Martín de Cuevagallegos, de San Mamás y de Santa María de Arce, los dos primeros en Pancorvo; ella, hasta su muerte, se reserva el usufructo; deslinda y afora los linderos del dominio de Cuevagallegos que corren entre los términos de Pancorbo y VILLANUEVA DEL CONDE.
Este documento nos añade el apellido de VILLANUEVA DEL CONDE. Ya era necesario expresarle, por la evidente confusión con otras poblaciones homónimas y cercanas. Desde este momento hasta el siglo XX, éste será el apellido de nuestra Villa, en competencia con otro lugar de la provincia de
Salamanca, con el que la confusión no es manifiesta. ¿Quién fue el conde que apellidó a VILLANUEVA? Tuvo que ser un conde de primer relieve histórico o de mucha cercanía al
pueblo. En esta fecha, Castilla es un reino y su jefe un rey; el último conde titular fue, en realidad una mujer, doña Mayor, hermana del último conde don García II, asesinado en
León en 1027. Pudo ser alguno de los condes titulados de la Bureba, descendientes del gran conde Fernán González por su segunda esposa doña Urraca. Pudo ser don Garci o García Fernández, o don Sancho, apodado el de los Buenos Fueros y fundador del monasterio de San Salvador de Oña. Alguna
laguna padece nuestra historia que nos impide personalizar el noble apellido del CONDE.
Siguen saltando noticias de VILLANUEVA DEL CONDE: en el siglo XIII la presencia del poderoso y real monasterio de Oña se hace más presente en la Villa, sin alcanzar su señorío. VILLANUEVA nunca saldrá del realengo y su vecindario puede estar orgulloso de haber servido siempre, directamente al rey y a España. En 1250 la propiedad de Oña era tan importante que la abadía podía contratar con don Iñigo Fernández su explotación por 166 tabladas de
pan, mitad trigo, mitad cebada. Esta renta la tenía don Marín, el párroco de VILLANUEVA, y la tendría por vida; luego sucedería don Iñigo vitaliciamente. Se obligaba también a construir una buena
casa y
bodega. Si el abad visitase la Villa el arrendador dará de
comer al abad y a su acompañamiento "bien y honradamente"; se comportará como fiel vasallo del monasterio. Si el año fuere malo por "
piedra, seca o
niebla" y no pueda pagarse la renta antes de meter la hoz, avisará al monasterio para que envíe un hombre, al que alimentará con toda "fidelidad", para que coseche con él y reparta lo que se recoja tanto de cereal como de uvas. No sabemos lo que suponía una "tablada de pan de la medida de Oña", pero 160 tabladas parecen una renta importante.
No parece que le fuera mal a don Iñigo, pues en 1275 se vuelve a negociar la misma renta con don Pedro Gutiérrez y su mujer doña Elvira "así como la tiene don Iñigo". Por estas mismas fechas se organiza el Libro de Préstamos del obispado de
Burgos y a la
parroquia de San Pedro de VILLANUEVA DEL CONDE se le calculan 60 maravedies, el valor de 600 corderos, lo cual parece importante comparado con la villa tan importante de Pancorbo que tenía señalados 120 naravedíes o 1200 corderos.
No lejos de VILLANUEVA, a menos de medio legua hacia el norte, había nacido y crecido la villa de VENTOSA, citada en los documentos de los años 1006 y 1058 y 1082. Se habla de un importante dote de la monja Muñadona al profesar en San Miguel del pedroso, junto a Belorado; se mencionan un
palacio y once casas con colonos en VENTOSA. En su particular andadura, la Villa llegó a consignar en el Libro de Préstamos hasta cien maravedíes (mil corderos) y permaneció en el realengo. En 1843 era
ayuntamiento propio, con solo 32 habitantes. Su parroquia se titulaba de la Concepción. En ese siglo XIX se integró en VILLANUEVA DEL CONDE, aumentando lo reducido de su término.
VILLANUEVA DEL CONDE formaba en el antiguo régimen en la cuadrilla de Santa María Rivarredonda y en el ajuste provincial de 1833 fue integrada en el partido de Miranda de Ebro. En 1843 contaba 181 almas y poseía su particular
escuela de niños y niñas. En 1900 reunía 312 habitantes; 308 en 1950. Las mutaciones del siglo XX no han afectado a los hijos de la Villa que han hecho honor a su nombre por el ancho mundo de su emigración. Su condición de Castellanos viejos ha informado su vida y sus obras, algunas muy brillantes en el servicio del Estado y de la
Iglesia.
VILLANUEVA se apellidó DEL CONDE hasta 1916. En este año, siendo secretario don Gregorio Gil y Gil, se cambió tal apellido por el de TEBA. La razón del cambio era la de evitar confusiones con otro lugar homónimo de la provincia de Salamanca. Se adoptó el apellido de TEBA por la fuerte presencia a la sazón del conde de TEBA en el agro de VILLANUEVA. A la presencia monacal de San Salvador de Oña, tras la desamortización de 1835, se agudizó la actividad de capitales nobiliarios en el
campo español. La Casa de TEBA invirtió en VILLANUEVA, hizo casa y puso administrador y mantuvo unas buenas relaciones con la Villa, como de debía esperar de aristócratas tan acrisolados como Eugenia de Montijo, emperatriz de
Francia. El cambio se operó por Real Decreto del 22 de junio de 1916, (B.O, nº 152, de 5 de julio).