Campo amapolas, VILLANUEVA DEL GRILLO

En las estribaciones de la Sierra de Arcena, que le libran del viento del norte, –nordeste del valle de Tobalina–, alejado de la civilización, esto es, sin carretera (aunque ahora el plan de emergencia de la central nuclear de Santa María de Garoña ha trazado una carretera por su cercanía), en terreno desigual, está situado lo que queda de Villanueva del Grillo, a 41 km Villarcayo y 85 de Burgos. Quedan solamente sus ruinas, vacío desde 1966, por lo que Elías Rubio Marcos lo incluye con razón en su obra “Los pueblos de silencio”.
Eran sus vecinos Pajares; Villafría de San Zadornil al otro lado de la Sierra de Arcena, Herrán, Promediano y Gabanes.
Su nombre aparece escrito por primera vez en el censo-pesquisa que el rey Pedro I manda hacer en toda Castilla en 1352, que más tarde dio lugar al llamado “Libro de las Behetrías”. Y el Marqués de la Ensenada recoge en las respuestas generales de su célebre Catastro las declaraciones de sus pobladores en 1752, que afirmaron pertenecer únicamente al rey, es decir, era lugar de realengo.
A mediados del siglo XIX contaba con 41 habitantes, como atestigua Pascual Madoz en su Diccionario geográfico. Y al revés que la inmensa mayoría
de los pueblos de la provincia, disminuyó en la segunda mitad del siglo XIX presentando en 1900 un censo de 34 personas. Creció un poquito en la complicada primera mitad del siglo XX hasta llegar a 44 personas en el año 1950. Pero 15 años más tarde el pueblo quedó completamente vacío.