Situada a la salida de
Villarcayo por la
carretera de Bilbao. La
ermita actual es una reconstrucción realizada en 1784 sobre otra ermita anterior. Su
altar dedicado a
San Roque fue construido en el siglo XIX. Desde hace varios años una asociación se encarga de la restauración y cuidado de la ermita.
Situada junto al camposanto una inscripción en latín en la parte superior izquierda de su
fachada nos revela su origen. En tiempos de Carlos III este templo, el más antiguo de Villarcayo, cuya entrada principal tiene forma rectangular, está dedicado a San Roque. El repique de la
campana resuena en lo alto de la
torre entre los grandes
árboles que, a través de un
camino, dejan paso a este bello
edificio, cuyo estilo arquitectónico se enclava en el neoclasicismo, y que cuenta con varios matices de estilo clásico como son sus
cúpulas o las
columnas que podemos observar en el interior, dos de ellas se ubican a ambos lados de la
iglesia que a su vez resalta por un par de
estatuas colocadas a cada lado de la pared. Sobre la entrada, llama la atención un segundo piso en el que sobresale una colorida
vidriera que puede verse desde el exterior entre la
puerta y el
campanario. Una alfombra roja nos conduce hasta el altar, donde destaca la figura del
santo San Roque perfectamente cincelado, siglo XVIII, construido con madera de
nogal y olmo y que está cumplidamente escoltado por dos patronas.