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Torre de los Velasco, VILLASANA DE MENA

Se encuentra en buen estado de conservación, aunque muy transformada. Es de propiedad particular y se usa como vivienda. Podemos retrotraer su origen hasta la segunda mitad del s. XIII, época en la que, probablemente por orden de Sancho Sánchez de Velasco, miembro del linaje de los Velasco, tiene lugar la construcción de una muralla que cercaba la puebla medieval de Villasana.
La torre consta de un cuadrado de 12,68 por 10,63 metros de lado y un grosor en los muros de 1,43 metros. “Se alza en el ángulo Noroeste del casco de la Villa, for­mando esquinón de las murallas desaparecidas, no lejos de la puerta encimera y junto al portillo que se llamó de Traslatorre. Buen sillarejo de piedra, oquerosa, oriunda de las canteras del Ribero. Contaba con su propia cerca o barbacana, de la que no quedan vestigios salvo el arranque del paño sur. Está la torre de Villasana llena de balcones y de re­formas; tan sólo quedan algunas ventanas originales (una en cada fachada Este, Sur y Oeste), así como tres saete­ras. El tejado no es visible y debió ser enlosado”. La puerta de ingreso, al Sur, fue la clásica de arco ojival destacada por su excelente dovelaje. Ha sido retallada absurdamente convirtiéndola en adintelada. Sobre ella, con dos vanos, se hizo otro tanto.
En el catastro de Ensenada se decía que estaba “ina­bitable, sin tejado y sin suelo, con sus paredes limpias, de 18 varas de altura y 5 por 8 de fondo, que no produce renta y solo sirve de vestigio de antigualla”.
Los problemas que los Velasco y su clientela tuvieron en Mena son bien conocidos a través de las Bienandan­zas. La torre nació, pues, con clara función defensiva. Al organizar Juan Fernández de Velasco su mayorazgo, en 1412, incluía en él: “la villa de Villasana con la casa de canto que en ella se faze agora…” que necesariamente hay que identificar con la construcción de esta torre.
Partiendo de la Torre… la muralla seguiría hasta las alturas de la tapia del Convento, que marca la trayecto­ria de la calle Encimera, dejando dos puertas de acceso: el Portillo de tras la Torre y la Puerta de Vallejo, de la que hasta hace bien poco aparecía a la derecha y frente al Cuartel Viejo un cubo de piedra. Dando cara a la fa­chada Sur de la Torre quedaría el Pozo del mismo nom­bre, al que aún se referían escrituras del siglo pasado.
Al llegar a la altura de esta calle Encimera, es decir, por donde las tapias de la actual huerta del Convento, doblaba la muralla en ángulo de 90° y en dirección Oeste-Este, seguía la línea de la huerta indicada, facha­das del convento…