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Real Monasterio de Nuestra Señora de Fresdelval, VILLATORO

El antiguo Real Monasterio de Nuestra Señora de Fresdelval fue un monasterio jerónimo fundado en el siglo xv y situado en las cercanías de la ciudad de Burgos, concretamente entre las localidades de Villatoro, Quintanilla Vivar y Villayerno Morquillas. Exclaustrado y en estado ruinoso, el antiguo cenobio pertenece a una propiedad particular y actualmente (2009) no puede visitarse su interior por encontrarse en restauración, quedando las visitas restringidas al exterior. Fue declarado bien de interés cultural, por entonces Monumento Nacional, el 3 de junio de 1931. Posteriormente (2009) ha sido ampliada la delimitación del monumento.

Precedentes: ermita de Nuestra Señora de Fresdelval
Siguiendo la tradición piadosa de buena parte de los monasterios jerónimos, Fresdelval se fundó en el lugar donde existía una ermita dedicada a la Virgen María y que existía desde los tiempos del rey Recaredo. Parece que aquel viejo edificio se reedificaría hacia 1320, en tiempos del rey Alfonso XI. Los cimientos de esta edificación indican que era una iglesia muy modesta.

En el siglo xiv la devoción a la titular del valle estaba muy extendida en Burgos y su comarca. Durante el reinado de Juan I de Castilla, el culto a la imagen de la Virgen de Fresdelval recibe un nuevo impulso por la voluntad de Pedro Manrique, el Viejo, Adelantado Mayor de Castilla, señor del valle. Este caballero hizo juntar a los lugares de Vivar, Quintanilla y otros pueblos de los contornos para formar con todos ellos una cofradía y hermandad en aquella iglesia.

Protección de los Manrique y descendientes

Con Pedro Manrique y especialmente con su único hijo, aunque ilegítimo, Gómez Manrique de Lara, primer señor de Requena, comienza la protección que esta familia concedió a Fresdelval hasta la extinción de sus últimos sucesores, los Padilla, a comienzos del siglo xvii.

Gómez Manrique nació en 1356 y de niño fue entregado como rehén al rey de Granada con otros hijos de caballeros de Castilla. Convertido al islam, retornó a Castilla donde abjuró de esta religión por el cristianismo. Fue muy devoto de la Virgen de Fresdelval. Fundará aquí un monasterio tras atribuir a la intercesión de esta Virgen la curación milagrosa de su hija mayor, María, en 1400, y por haber salvado la propia vida del adelantado durante el cerco de Antequera, en 1403. Entonces hizo voto de edificar un monasterio junto a la ermita de la Virgen de Fresdelval.

Levantado el asedio de Antequera, el adelantado pidió licencia al infante don Fernando para acercarse con otros caballeros al santuario de Guadalupe. En Guadalupe conoció Gómez a la Orden de San Jerónimo, que ya apuntaba las características que iban a definirla toda su existencia: la solemnidad y compostura en el culto que tanto debió impresionarle y el favor de los reyes, que ya lo disfrutaba de Enrique III y del infante don Fernando.

Ello decidió al adelantado a elegir a esta Orden para su fundación de Fresdelval. Comunicó su resolución al prior de aquel monasterio y a él pidió con este fin cierto número de monjes.

A la muerte de Gómez Manrique, sobrevenida en Córdoba el 3 de junio de 1411, la iglesia debía estar iniciada y al menos con su gran presbiterio abovedado. En ella fue enterrado el 9 de julio de ese mismo año tal y como había dispuesto en su testamento.

El resto de las edificaciones conventuales sufrirán retrasos en su construcción, principalmente debido al incumplimiento de los compromisos contraídos por la viuda de Gómez, Sancha de Rojas. Fueron sus hijas (que emparentaron con los Padilla, Sarmiento y Avendaño) las que continuaron el patrocinio paterno. Los nietos y descendientes de Gómez Manrique rivalizan durante el siglo xv en la protección de la fundación de su antecesor. Al favor de estas familias se uniría el de numerosos y anónimos burgaleses, llevados por su devoción a la Virgen de Fres del Val.

Primeros monjes. Construcción del monasterio

Llegaron cuatro frailes que, junto al capellán del valle, se alojaron en las casas y palacio que el adelantado había edificado, de allí salían a hacer los oficios a la ermita. Sabemos que tres de ellos no llegaron a ver el monasterio terminado, fueron enterrados en la antigua iglesia, fuera de la reja y delante de la imagen de la Virgen.

Una vez instalados los jerónimos en el valle, los religiosos decidieron que se debía levantar el convento junto a la antigua ermita. Acopiados los materiales, se abrieron los cimientos y se puso la primera piedra el 25 de marzo de 1404, día de la Anunciación. Los trabajos de construcción fueron a buen ritmo y en ellos, según la tradición, intervinieron los religiosos con sus propias manos.