El Grupo de Investigación Ailbe del Circulo Románico, está estudiando actualmente las iglesias de la llamada Escuela Mena- Villadiego, entre ellas la de Arenillas, Boada, Acedillo, Coculina, esta de Villaute y muchas más, para saber que pasaba y quien por estos pueblos, hace 900 años.
Pocos kilómetros más al norte en dirección a Villadiego, en un cruce de carreteras por el que transcurre la historia del románico, nos aguarda Villaute con su peculiar iglesia del románico pleno también advocada a San Martín y también de doble nave como consecuencia de las ampliaciones, más modestas, realizadas sobre la nave original.
Podría decirse que en los casos de las parroquiales comentadas las ampliaciones de las famosas galerías románicas castellanas, quizás por el frio invierno, fueron sustituidas por naves adosadas.
Villaute hoy es un caserío anejo a la iglesia integrado por cuatro vecinos, ya jubilados o en edad de merecerlo, a los que hasta el párroco les abandona sin avisar según cuentan, en los fines de semana. Literalmente. “hoy, domingo, no ha venido ni el párroco”.
A escasos metros de la iglesia la finca de los Barahona, señores del lugar, exhibe su bella torre tardomedieval recientemente restaurada.
Sorprende que la villa se venga transformando en refugio de domingueros y de veraneantes y sorprende encontrar en google anuncios de “squads” de alquiler y atractivos relacionados, pero que la iglesia, por defectos de construcción de la nave de ampliación, que se ha separado del muro al que se mantiene mínimamente unida, amenace de derrumbe inminente, con riesgo del que pueda encontrarse en su interior.
Es interesante lo que esta, hoy humilde, iglesia románica representa para las diversas personas que nos relacionamos con ella, para los domingueros y veraneantes del lugar un valor marginal, para los amantes del románico que nos afrontamos a ella una curiosidad digna de ser tenida en cuenta y recuperada, para los señores del lugar que no han mostrado interés en su conservación algo de escaso valor, para la propiedad, que quizás la obtuvo y mantuvo sin coste, el olvido y abandono ante la "tradicional" carencia aparente de recursos, y para los responsables administrativos de la cultura y el patrimonio, la nada.
Pero para los cuatro, solo cuatro, tantos como cuatro, personas octogenarias, indígenas que restan en el lugar, cuyos hijos y nietos juegan a la pelota junto a los muros de la iglesia cuando visitan a sus mayores porque la iglesia es el edificio colindante a sus moradas, para ellos la iglesia es su historia, su vida, su trascendencia. Ahí les bautizaron y ellos bautizaron a sus hijos, ahí se casaron, ahí se confesaron y comulgaron, ahí celebraban los oficios cuando las fiestas, ahí…se juegan la vida asistiendo a misa cuando va el párroco, y ahí celebraron los funerales de los que se fueron.
Si la iglesia se hunde habremos matado los referentes vitales, los valores existenciales, de esas cuatro personas, de esos indígenas que no pueden, ni quieren, abandonar el lugar.
Parece que para preservar nuestro románico se necesita de un buen padrino cuando no son los vecinos quienes pueden solventar la situación.
Salvemos Villaute, por favor.
Pocos kilómetros más al norte en dirección a Villadiego, en un cruce de carreteras por el que transcurre la historia del románico, nos aguarda Villaute con su peculiar iglesia del románico pleno también advocada a San Martín y también de doble nave como consecuencia de las ampliaciones, más modestas, realizadas sobre la nave original.
Podría decirse que en los casos de las parroquiales comentadas las ampliaciones de las famosas galerías románicas castellanas, quizás por el frio invierno, fueron sustituidas por naves adosadas.
Villaute hoy es un caserío anejo a la iglesia integrado por cuatro vecinos, ya jubilados o en edad de merecerlo, a los que hasta el párroco les abandona sin avisar según cuentan, en los fines de semana. Literalmente. “hoy, domingo, no ha venido ni el párroco”.
A escasos metros de la iglesia la finca de los Barahona, señores del lugar, exhibe su bella torre tardomedieval recientemente restaurada.
Sorprende que la villa se venga transformando en refugio de domingueros y de veraneantes y sorprende encontrar en google anuncios de “squads” de alquiler y atractivos relacionados, pero que la iglesia, por defectos de construcción de la nave de ampliación, que se ha separado del muro al que se mantiene mínimamente unida, amenace de derrumbe inminente, con riesgo del que pueda encontrarse en su interior.
Es interesante lo que esta, hoy humilde, iglesia románica representa para las diversas personas que nos relacionamos con ella, para los domingueros y veraneantes del lugar un valor marginal, para los amantes del románico que nos afrontamos a ella una curiosidad digna de ser tenida en cuenta y recuperada, para los señores del lugar que no han mostrado interés en su conservación algo de escaso valor, para la propiedad, que quizás la obtuvo y mantuvo sin coste, el olvido y abandono ante la "tradicional" carencia aparente de recursos, y para los responsables administrativos de la cultura y el patrimonio, la nada.
Pero para los cuatro, solo cuatro, tantos como cuatro, personas octogenarias, indígenas que restan en el lugar, cuyos hijos y nietos juegan a la pelota junto a los muros de la iglesia cuando visitan a sus mayores porque la iglesia es el edificio colindante a sus moradas, para ellos la iglesia es su historia, su vida, su trascendencia. Ahí les bautizaron y ellos bautizaron a sus hijos, ahí se casaron, ahí se confesaron y comulgaron, ahí celebraban los oficios cuando las fiestas, ahí…se juegan la vida asistiendo a misa cuando va el párroco, y ahí celebraron los funerales de los que se fueron.
Si la iglesia se hunde habremos matado los referentes vitales, los valores existenciales, de esas cuatro personas, de esos indígenas que no pueden, ni quieren, abandonar el lugar.
Parece que para preservar nuestro románico se necesita de un buen padrino cuando no son los vecinos quienes pueden solventar la situación.
Salvemos Villaute, por favor.