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Rincón con su pozo central, su árbol futuro y su encanto, VILLAZOPEQUE

Al borde de la amplia llanura que forma el cauce del río Arlanzón, antes de salir de la provincia, junto a la carretera de Burgos a Valladolid y a la vía del ferrocarril “Madrid-Hendaya”, y en terreno llano, hallamos a VILLAZOPEQUE, a 16 kilómetros de Castrojeriz y 33 de Burgos.
Le prestan límites y compañía Belbimbre, Barrio de Muñó, Palazuelos de Muñó, Pampliega, Villaquirán de los Infantes, Los Balbases, Vizmalo y Villaverde Mogina.
El 18 de junio de 1187 aparece su nombre escrito por primera vez en un fuero local y, según las declaraciones de sus pobladores, recogidas en las respuestas generales del Catastro del Marqués de la Ensenada en 1752, pertenecían únicamente al rey, al que pagaba tributos, es decir, era villa realenga.
Pascual Madoz le asigna 130 habitantes en su Diccionario geográfico en 1848. En sintonía con la inmensa mayoría de los pueblos de la provincia, aprovechó la bonanza poblacional de la segunda mitad del siglo XIX para crecer y llegar hasta 317 personas en el año 1900.
Comenzó su descenso en la dura primera mitad del siglo XX y presentaba en 1950 un censo de 293 habitantes. Los movimientos migratorios de la segunda mitad del siglo, sin embargo, han hecho que quede reducido a 50 personas en el año 2000