Quien pudiera dormirse, como se duerme un niño;
sonreírle al ensueño del goce y el dolor,
y soñar con
amigos y soñar el cariño,
y hundirse, poco a poco, en un sueño mayor.
Y cruzar por la vida sonambulescamente,
los ojos muy abiertos sobre un mundo interior,
con los labios sellados, mudos eternamente,
atento sólo al ritmo del propio corazón…
... (ver texto completo)