Pues merece también su comentario esta fotografía. Me llama la atención el contraste entre lo nuevo y lo ¿viejo?, mejor antiguo. El camino lleva a la carretera que divide el pueblo. Antes me parecía más largo. Hay un rincón, al lado de la casa de Mariví, donde el río forma una poza llena de vegetación que me gustaba especialmente. Del frescor y la humedad de ese lugar, se pasaba al calor del camino hasta llegar al potro, a la sombra, aunque también se podía descansar junto a la huerta del señor Pepe. Si nos oía, salía a charlar un ratito. ¡Qué alto me parecía! ¡Y qué vitalidad la suya! Le recuerdo también yendo a Alar en bicicleta... ¡y no parecía cansarse!