En una de mis visitas al pueblo riojano de Albelda de Iregua, conocí paseando por la orilla del río a un señor que se llama Alipio, dueño de una fábrica de encurtidos. El caso es que unos meses más tarde se lo encontró mi hermana y le preguntó. ¿No es ustad el señor Apio...?
-No mujer. Soy el señor Alipio. ¿De qué me conoce Ud?
Ella le explicó lo que venía al caso y todo quedó aclarado.
Pero más tarde, otro día se lo encontró en el médico y le preguntó que que tal se encontraba y él le dió la contestación en vasco, diciéndole: Bién, guerri kasko.
A lo que ella contestó: Pero que me dice Vd. que el señor Alipio las "cascó"...?
Un abrazo.
-No mujer. Soy el señor Alipio. ¿De qué me conoce Ud?
Ella le explicó lo que venía al caso y todo quedó aclarado.
Pero más tarde, otro día se lo encontró en el médico y le preguntó que que tal se encontraba y él le dió la contestación en vasco, diciéndole: Bién, guerri kasko.
A lo que ella contestó: Pero que me dice Vd. que el señor Alipio las "cascó"...?
Un abrazo.