Señor,
veo la hermosura de tu obra.
Toda la creación refleja tu amor.
La gran Peña Amaya y el claro
cielo azul;
los altos de
San Adrián, de la Atalaya,
de Uteros y de la Horca.
Los
campos verdes, los
girasoles florecidos,
los rubios trigales,
el sembrado de cebada,
el de avena y el de garbanzos.
La
lluvia, el
agua que baja por la arroyos
de Tres
Huertos o de la Quintana,
de Mostelar, de la Aguanera, de Valdemanzano,
del Val y de las Agüeras.
Las
flores, la
mariposa y los pájaros.
Los habitantes de
Villusto y sus
calles:
la Regañon, la
Hospital y la
Santa María,
la Trasera Santa María, la Travesía San Martín
y la Real.
Todos ellos TE alaban.
Tú nos has regalado un mundo tan bello,
y a nosotros nos faltan los medios y las palabras
para darte gracias.
Pero TÚ sabes, Señor,
lo que descansa en lo más profundo de nuestro corazón:
Es el agradecimiento por tus dones,
sobre todo por el don de la vida,
a través de la cual podemos experimentar
tu bondad, misericordia y amor.
Tú has hecho el mundo tan hermoso, Señor.