Virtus es un pequeño puelo tranquilo, con casas de piedra presididas por el majestuoso castillo de la fotografía.
Durante el verano se llena de visitantes, a menudo, hijos y nietos de los que fueron habitantes del pueblo hace decenas de años y que se marcharon a las ciudades en busca de mejor fortuna.
También ha llegado gente joven que ha comprado casas para restaurarlas con todo mimo.
Sus fiestas, que son en septiembre, merecen ser visitadas. Este año atrajeron a cientos de personas y estuvieron especialmente animadas gracias a la presencia de un grupo de teatro de Valladolid que supo convertir al pueblo en un rincón del¨´Africa con sus tambores, sus ropajes, su alegría y su buen hacer.
Durante el verano se llena de visitantes, a menudo, hijos y nietos de los que fueron habitantes del pueblo hace decenas de años y que se marcharon a las ciudades en busca de mejor fortuna.
También ha llegado gente joven que ha comprado casas para restaurarlas con todo mimo.
Sus fiestas, que son en septiembre, merecen ser visitadas. Este año atrajeron a cientos de personas y estuvieron especialmente animadas gracias a la presencia de un grupo de teatro de Valladolid que supo convertir al pueblo en un rincón del¨´Africa con sus tambores, sus ropajes, su alegría y su buen hacer.