ABELGAS...
Aún no sé en qué época del año me gustas más...
Quizá en INVIERNO, con tus tierras bañadas por la nieve, como si de azúcar se tratara..
Sí, en invierno, con tu inconfundible olor...Olor a leña quemada, a carbón...
Donde las reinas del pueblo, las cocinas de leña cobran de nuevo su papel protagonista en el cuento de hadas...
Donde todos acabamos agolpados, añorando aquellos polleros, (especie casi extinguida en el pueblo y que sobrevive en casas contadas)y tratando de calentar todo nuestro cuerpo, desde la cabeza hasta los pies.
¡¡Las madreñas!!Hoy guardadas en el cajón del olvido...cuánto frío han quitado a los mechenderos...
El invierno... Huele a un aroma inconfundible, exquisito...huele a café recién hecho, pero del de verdad, el de puchero...Este olor a leña invita a café a casa de "fulano" o de "mengana", y todos al lado de la cocina calentando por unos segundos el cuerpo, hasta que el calor se apodera de nosotros y nos sentamos en tertulia a saborear el sabor y el aroma del rico café de puchero que tanto se echa de menos...
El OTOñO es inconfundible... Camino hacia Abelgas guiado por un inconfundible manto naranja y marrón que cubre la carretera y nos guía hasta el pueblo.
Los árboles nos saludan y nos regalan sus hojas...
Un sonido especial nos indica que es PRIMAVERA: se oye el ruido del río, que baja cantándonos una nana, el sonido de los pájaros, el color del paisaje, los prados verdes, llenos de flores de colores...encerrándo un valioso tesoro blanco, en el ambiente, un aroma especial embriaga el pueblo, es temporada de setas...
Y qué decir del VERANO... El pueblo se engalana con sus mejores vestidos, se muestra brillante, radiante, a la espera de sus hijos, que siempre y aunque sólo sea una vez al año, no fallan y vuelven a su encuentro.
Las calles cobran vida, se llenan de risas infantiles (tan extrañas durante el invierno). Es momento de encuentros, de paseos al atardecer, de comadreo, de hacer calecho antes de cenar o filandón, una vez ya cenados.
Las familias se reunen, y pocos suelen fallar a la cita de la fiestas de San Roque y San Roquín, en Agosto.En las casas no falla el mismo menú, con pocos variantes: de primero, ensaladilla rusa. De segundo, caldereta. De postre una gran variedad de sabores y de tartas, en cada casa, su especialidad.
Pero antes, en Julio, época de hierba.La gente con ganado se afana en recogerla antes de que la lluvia se la estropee y de que llegen las fiestas.
MECHENDERA79.
Aún no sé en qué época del año me gustas más...
Quizá en INVIERNO, con tus tierras bañadas por la nieve, como si de azúcar se tratara..
Sí, en invierno, con tu inconfundible olor...Olor a leña quemada, a carbón...
Donde las reinas del pueblo, las cocinas de leña cobran de nuevo su papel protagonista en el cuento de hadas...
Donde todos acabamos agolpados, añorando aquellos polleros, (especie casi extinguida en el pueblo y que sobrevive en casas contadas)y tratando de calentar todo nuestro cuerpo, desde la cabeza hasta los pies.
¡¡Las madreñas!!Hoy guardadas en el cajón del olvido...cuánto frío han quitado a los mechenderos...
El invierno... Huele a un aroma inconfundible, exquisito...huele a café recién hecho, pero del de verdad, el de puchero...Este olor a leña invita a café a casa de "fulano" o de "mengana", y todos al lado de la cocina calentando por unos segundos el cuerpo, hasta que el calor se apodera de nosotros y nos sentamos en tertulia a saborear el sabor y el aroma del rico café de puchero que tanto se echa de menos...
El OTOñO es inconfundible... Camino hacia Abelgas guiado por un inconfundible manto naranja y marrón que cubre la carretera y nos guía hasta el pueblo.
Los árboles nos saludan y nos regalan sus hojas...
Un sonido especial nos indica que es PRIMAVERA: se oye el ruido del río, que baja cantándonos una nana, el sonido de los pájaros, el color del paisaje, los prados verdes, llenos de flores de colores...encerrándo un valioso tesoro blanco, en el ambiente, un aroma especial embriaga el pueblo, es temporada de setas...
Y qué decir del VERANO... El pueblo se engalana con sus mejores vestidos, se muestra brillante, radiante, a la espera de sus hijos, que siempre y aunque sólo sea una vez al año, no fallan y vuelven a su encuentro.
Las calles cobran vida, se llenan de risas infantiles (tan extrañas durante el invierno). Es momento de encuentros, de paseos al atardecer, de comadreo, de hacer calecho antes de cenar o filandón, una vez ya cenados.
Las familias se reunen, y pocos suelen fallar a la cita de la fiestas de San Roque y San Roquín, en Agosto.En las casas no falla el mismo menú, con pocos variantes: de primero, ensaladilla rusa. De segundo, caldereta. De postre una gran variedad de sabores y de tartas, en cada casa, su especialidad.
Pero antes, en Julio, época de hierba.La gente con ganado se afana en recogerla antes de que la lluvia se la estropee y de que llegen las fiestas.
MECHENDERA79.