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ACEBEDO: EL ROSNIDO DE PALOMA...

EL ROSNIDO DE PALOMA

Recuerdo el ligero paso llegando a la loma
que da vista, y de Acevedo, la Iglesia asoma,
cerca de casa estaba y varias veces, ganaba
una, dos, tres y hasta cuatro veces, la cebada.
¡Qué contenta caminaba! al terminar la jornada
soñando en descansar, tiesas orejas mostraba
dedicándole a su dueño, una graciosa rosnada.
¡Más otra vez! y ese día. albardada te tenía.
¿Dónde Epifanio está que no se ve por acá?.
-Apurando el cuarterón mezclado con grana fina,
encendido con tizón, sus orejas no entendía
la sordera que tenia y muy bien administraba,
no quitar en aquel día, esa albarda..., todavía.

Aquella vez se escuchó, mucho ruido que oí yo,
al igual que este año, fue un ruido muy extraño.
Paloma pateaba, con la albarda que temblaba,
varias vecinas gritaban, corrian y, allí salían;
Paloma vuelve a rosnar, no se puede parar,
Epifanio sale allá, y hacia Paloma se va.
- ¡Déjate de sinfonías, que vendran aquí las tías!
si llegan en pijama..., o salidas de la cama...
esto se va a complicar, ¡Palomita calla ya!.
Se acercaron dos turistas con ropitas poco vistas,
una muy desenfadada, ni siquiera está calzada.
Aquel año ya pasó... como este verano ocurrió
tal albarda no se vió, pero todo el contorno tembló.

En recuerdo de mi tío-abuelo Epifanio.