Aquí ha llovido.
Hace frío.
El cielo es gris, apagado, como sin ganas.
Este marzo, ya mediado, sin sol ni viento, gris y quieto, tiene pocos parientes en mi recuerdo. Los más, son más bien de días cálidos, crecidos, con atardeceres luminosos.
Pero no todos.
Recuerdo un día, ya muy, muy lejano, en que yo era un chaval soñador, pero el campo no entendió nunca de sueños y me tenía con las manos en el mango del azadón cavando barcillares, con el viento cortante entrando por los agujeros del viejo ... (ver texto completo)
Hace frío.
El cielo es gris, apagado, como sin ganas.
Este marzo, ya mediado, sin sol ni viento, gris y quieto, tiene pocos parientes en mi recuerdo. Los más, son más bien de días cálidos, crecidos, con atardeceres luminosos.
Pero no todos.
Recuerdo un día, ya muy, muy lejano, en que yo era un chaval soñador, pero el campo no entendió nunca de sueños y me tenía con las manos en el mango del azadón cavando barcillares, con el viento cortante entrando por los agujeros del viejo ... (ver texto completo)