ALMAGARINOS: No me engañes Ana que tú ya tendrás casi los 19, por...

No me engañes Ana que tú ya tendrás casi los 19, por lo tanto ya tenías que saber el secreto, a que están esperando tu padre y tu madre para contártelo; los dos son del pueblo

Algunas cosas de las que cuento son mentira, por si acaso, para que no caiga sobre nosotros la fuerza de la maldición de la que habla Isa.

EL CASTAñO VIEJO DE LA PERALINA (II)

“Has de saber que ahí arriba en un lugar poblado de castaños al que le llamarás la Peralina y no me preguntes por qué, hay uno en el que te podrás meter dentro entre las diez y cuarto de la noche y las cuatro de la mañana de las noches del mes de agosto; eso si… y muy importante, en las que la luna esté nueva, llena, en cuarto creciente o en cuarto menguante, no lo hagas nunca en las noches que nieve o parezca que lo va a hacer.
Te podrás meter en él tu y todos los que te acompañen, nunca más de cuatro; guardarás 25 segundos exactos de silencio, en completa oscuridad, y pronunciaréis esta frase todos a la vez : << chis-garvis-chis-chis que nunca salgas de ahí>>; es primordial que todas las voces lo hagan con el mismo tono, muy bajito, en un susurro, casi en secreto para que nadie lo pueda oír a una distancia de cinco metros del castaño, sin que ninguna sea más alta que la otra y todas al mismo tiempo, es complicado lo se, pero tienes el resto de los meses del año para ensayar, mientras no consigáis decirlo todos a la vez, no lograréis que se abra la trampilla secreta que da acceso al las entrañas del pueblo, en la que una carroza de oro tirada por dos erizos y cuatro topos, todos ellos con alas, os conducirán a la sala del gran tesoro que alberga la gran pepita de carbón dorada donde está el secreto más preciado para los almagarinenses.”


Pedro estaba asombrado, El mago adivino Purrumpumpas quedó con él un par de horas mas tarde en la Peralina junto al castaño hueco. Dio un tremendo golpe con su bastón en un chopo dejándolo doblado hacia la derecha, ya os lo enseñaré, y desapareció.

Pedro medio asustado empezó a subir la cuesta desde el río hasta la Peralina, todo lo deprisa que podía, temía no llegar puntual a la cita, tener en cuenta que en aquella época estaba todo el monte cerrado con grandes matorrales, sobre todo de urces y escobas gigantes.

Ya os seguiré contando, supongo que ya estaréis todos dormidos, felices sueños.