En un
paseo que di por la
Ermita de Arriba el día que saqué la
foto que ahora cuelgo, la añoranza de los tiempos mozos propició la siguiente originalidad:
Estío
Una tarde del estío,
entre las balsas y el
río,
soñaba yo con amar.
Soñaba un
jardín de
flores,
una rosa en el rosal...,
y el embrujo del perfume
¡más me estimulaba a amar!
De una era de la Ermita
soñaba en el balagar...,
la soledad, con su encanto,
¡aún más me incitaba a amar!
¡Una tarde del estío,
una rosa del rosal,
el embrujo del perfume,
de
la era el balagar...!
Al vislumbrar tu figura,
deslumbrante como el sol...,
¡fue muy triste el despertar!
Con especial atención para la
juventud de
Ardón.
Un cordial saludo para todos.
Un paisano de Sabino Ordás.