El reguero ya no es lo que era: se nota que las
ovejas ya no pastan en sus riberas, la vegetación bravía lo ha invadido todo y resulta prácticamente imposible encontrar un charco, una rasera..., dónde ver correr el
agua. No obstante, cuando esto se consigue, como es el caso del "charquito" que representa la
foto, a escasos veinte metros del lugar donde se produjo la quema de desechos de cubiertas de ruedas en el pasado
verano, el encanto es mayúsculo, los
reflejos únicos y el deleite personal infinito.
El trabajo que inserto a continuación alude al reguero que yo disfruté en mi niñez y
juventud, donde pesqué muchas veces cangrejos, ranas..., nada que ver con la imagen que ofrece actualmente.
El Reguero
Rubios trigales, ¡maduros!,
suaves, doradas laderas...,
los polvorientos
caminos.
Áridos, pardos, ¡abruptos!,
los ribazos por riberas
el cauce van jalonando
de un permanente caudal,
leve de
aguas serenas.
La corriente de agua clara,
¡transparente!,
a capricho serpentea
desde el horquetado chopo...,
entre negrillos, zarzales,
¡tupidas!, frescas praderas,
junqueras y pedregales
y ponjales con mimbreras...;
por macizos carrizales,
bancos de llueza, ¡raneros!,
los remansos, las raseras
y los charcos, ¡cangrejeros!,
espejos ¡ay! naturales
donde se miran los
cielos...;
hasta la
Ermita, el plantío,
hasta la cuesta cortada,
gavión natural del
río,
en que descarga en
cascada.
A modo de sugerencia: ¿No sería posible intentar limpiarlo un poco, permitiendo o sugiriendo a los ovejeros, creo que hay tres en
Ardón, que lleven las ovejas de sus rebaños a pastar en las riberas del mismo?
Un cordial saludo para todos.
Un paisano de Sabino Ordás.