Este no es el rebaño de nuestro paisano de
Ardón, pero sí pasta en los
campos del
pueblo. Dado que en agosto tuve la oportunidad de tenerlo cerca, aproveché para hacer la
foto que hoy cuelgo y que servirá para ilustrar un pequeño trabajillo que inserto a continuación.
El rebaño
Salen ya, en tropel, de la majada
las
ovejas, corderos y carneros,
para andar el
camino hasta el otero
y buscar la
comida tan ansiada.
Ya vislumbro el rebaño en lontananza,
respigando
feliz en el rastrojo
y cortando los brotes del abrojo...,
al tiempo que con lento paso avanza.
Marca el ritmo un morueco bien armado;
a un lado un mastín encarrancado,
el guardián, muy atento, al otro lado;
por detrás el pastor con su cayado.
El ciego sol y la sed, al mediodía,
incitan al rebaño al bebedero
y desanda el camino polvorero,
agachada la cabeza y escondida.
Ya aplacada la sed en el reguero
descansa recostado en la pradera
mientras rumia al frescor de la chopera
con cadencia de ritmo chicharrero.
Se oyen constantes..., ¡discordes balidos!,
llamadas entre ovejas y corderos,
que exprimen las ubres con esmero
y colean, postrados, muy activos.
Continúa el rebaño su andadura
y se expande a pacer en las riberas;
marca línea el mastín a una ladera,
el guardián y el pastor desde la altura.
Da la seña el pastor en la colina;
salta alegre el guardián a la floresta,
va y viene, da vueltas y revueltas
y, al momento, el rebaño encamina.
La
columna de polvo iluminada
y el balar y balar sin armonía,
al ocaso del sol al fin del día,
signos son de regreso a la majada.
Esto lo compuse hace algún tiempo, cuando me enteré que había un ardonés que, con unas pocas ovejas, estaba intentando hacer un gran rebaño. Hoy ya lo tiene, lo ha conseguido; le felicito por ello. ¡Va por él!
Un cordial saludo para todos.
Un paisano de Sabino Ordás