Cuando en agosto del año pasado saqué esta
foto, que hoy cuelgo y que no necesita explicación pues todos sabemos lo que representa, dediqué un rato a la reflexión y surgió el pequeño trabajo que inserto a continuación. Siempre confié en que, lo que en él se concluye, nunca llegaría a ser una realidad; hoy ya sé que mi confianza ha naufragado. ¡Lástima!
Convivencia dorada
Años
felices aquellos
en que la timba era el
juego
que, a la entrada de una
cueva,
estimulaba un gran duelo
entre los chicos del
pueblo.
En el "
Bar la Maravilla"
sobre aquel tapete verde,
cartas iban y venían,
todos defendían su honrilla
y, al tiempo, se distraían.
Igual sucedía en "La Viña"
de la
calle "Los Ponjales"
con el juego de los bolos:
¡qué jugadas magistrales,
de que disfrutaban todos!
Julepe, mus, dominó,
póker, tute, garrafina...,
en el "Bar
Plaza" de
Ardón,
cual una recia escofina
pulían al jugador.
Cuando todos decayeron
el pueblo - ¿entero?- se avino
a concurrir a un ingenio,
instalado a su servicio,
y en el "bingo" convinieron.
De vientos hubo un gran cambio
-quebrado silbaba el céfiro:
"yo te sirvo, yo me sirvo"-
que el ingenio aniquiló,
el "club social" extirpó
y..., el narcisismo siguió.
" ¡Alabado sea el Señor"
-como exclamaría la abuela,
con cierto encanto y candor-
"para lo que queda hoy día
el estar de relumbrón!"
Sirva esta última presentación, como despedida definitiva a un conjunto de puntos de recreo y convivencia vecinal, los que se reflejan en la composición y otros, de similares características, que no se han reseñado, como el "Bar del Amo", la "Cueva de Cachán", el "Bar del
Farballés", el trinquete..., y en el que, uno de los
veranos que pasé en el pueblo, fui premiado con una botella de anís escarchado, por haber alcanzado la máxima puntuación del mes en la máquina "tragaperras pinball" del bar que tuvo el Sr. Caballero, donde anteriormente había estado la granja de gallinas de Florencio. ¡Adiós!
Un cordial saludo para todos.
Un paisano de Sabino Ordás.