En esta panorámica, que el plateado Esla recorta en diagonal, podemos apreciar el aspecto que ofrecía el
río (usar el zoom) en el pasado
otoño. Nada que ver con el río que yo conocí de niño, cuando aún no había plantíos en "Los Cachones", salvo ocho o diez chopos frente a "La Escala" que llamábamos "Los Chopines", ni en "El Balsero", ni en "La
Ermita de Abajo" y, el único que disfrutábamos era el situado en la zona de "La Palera", en "La Ermita de Arriba", que tampoco era muy grande, y el caudal del río no estaba regulado por los
pantanos de Vegamián y Riaño.
Entonces, donde ahora hay chopos, había cascajales, arenales, pastos..., y el río, caudaloso y con grandes avenidas en
invierno y
primavera, se bifurcaba en dos brazos a la altura de "El Soto de
Campo", desviándose el cauce del brazo izquierdo hacia los prados,
huertas y
pueblo de
Villavidel, junto a los cuales discurría, mientras que el cauce del brazo derecho se acercaba a la cuesta a la altura de "El Soto Arriba", pegado a la cual avanzaba hasta llegar a "El
Jardín" y "La Ermita", para volver a juntarse los dos -después de describir un
arco semiovoidal cada uno- por debajo de "La Rasera", en el punto de "El Gallo", ubicado éste más o menos a la altura de la confluencia actual de "El Reguero" con "El Esla" (antiguamente ésta se situaba al final de "La Ermita de Abajo", casi pegando a la cuesta y por una pequeña
cascada).
En
verano, tanto un brazo como el otro, tenían muy poco caudal, hasta el extremo de que -cuando íbamos a "La Portera" a Campo- los chavales dábamos una pequeña carrera para coger impulso y, dando un salto en aquel tramo de la rasera donde el cauce se estrechaba, pasábamos al otro lado sin necesidad de descalzarnos.
Esta escasez de caudal en el verano propiciaba que las tablas de
agua -"
Fuente los Cañicos", "El Jardín", "El Gallo", "La Escala"- se convirtieran en auténticas
piscinas naturales, donde nos bañábamos sin correr el riesgo de que nos arrastrara corriente alguna.
Los cambios habidos -caudal importante, permanente y regulado; cauce erosionado con suelo regular y continuamente pindio; un revadillo de cierta altura en todo el tramo, desde "El Soto Arriba" hasta "El
Valle Hondo"; invasión total de las riberas colindantes con el río por arbustos...- dificultan la posibilidad de acceso al agua y, una vez en ella, si se decide uno a meterse, el disfrute de un nado complaciente, así como el de un
paseo entre el río y la cuesta, a pesar de que -años atrás- habilitaron un
camino a tal fin desde "La Ermita de Abajo" hasta "El Valle Hondo".
¿Volverá el río y sus riberas inmediatas a reunir algún día las condiciones que inviten a dar el chapuzón y un plácido paseo por la orilla? ¡Ojalá!
Un cordial saludo para todos.
Un paisano de Sabino Ordás.