Con retraso y quizás sin ningún motivo especial para hacerlo, pues la
helada ya se encargó en esta
primavera de hacer de las suyas, aunque las pérdidas de los agricultores del
pueblo no creo que sean muchas por razones obvias, quiero dedicarle a
San Isidro esta nívea estampa del peral del tío Juan y el trabajillo que inserto a continuación.
Día de San Isidro
De dulzaina se oyen sones
y redobles de tambor;
del pueblo los labradores
están de celebración.
Con el orto coincidiendo
todas las
calles recorren;
han comenzado el festejo
en honor de su patrón.
La misa a media mañana
y después la
procesión,
portando en andas la imagen
del virtuoso labrador
por un recorrido largo
con peculiar devoción.
En el alto las Carbillas,
a la linde el Polear,
con visión plena del agro
anejo a este lugar,
el oficiante de turno
imparte la bendición,
¡Objetivo principal!,
confiándole al
santo
el resultado final.
Sigue el
camino la Sierna
y, restituído a su
altar,
cual paciente labrador,
sólo le queda esperar.
En el ocaso del día
a los sones de dulzaina,
degustando
pan y vino
con escaveche de tino,
el gran festejo culmina.
Un cordial saludo.
Un paisano de Sabino Ordás.