Vi un programa de TV que trataba sobre las
campanas, cómo se hacen, y las noticias que con sus diversos toques se dan (en el
pueblín se daban) y me sumergí en el recuerdo de cuando yo mismo subía con Sarito al
campanario para tocar el repique dominical o voltearlas en los días de
fiestas mayores inmediatamente después del toque a misa que hacía el Sr. Cura con la esquila de la
iglesia.
Obviamente, al término del programa, reflexioné sobre el profundo cambio sufrido en
Ardón en este
campo; el tema me motivó y surgió lo siguiente:
Las campanas
Por falta de campanero
ya no suenan las campanas;
olvidadas y quietas hoy,
tristes y mudas, sin toque...,
son sus repiques de antaño,
sus volteos, sus rebatos...,
¿o mejor decir sus ecos?,
los que afloran en la mente
los que hoy muestra el recuerdo.
Por falta de campanero
mudas siguen las campanas:
ya no dan noticia al
pueblo,
que mudo, remiso y quieto
añora sentir su acento.
Deplorable situación,
fiel
reflejo de un lugar
desfigurado y sin rumbo,
que es regido sin pensar
y, por lo mismo, infecundo.
Huelgan los comentarios sobre posibles soluciones, que las hay, incluso para buscar la armonía en los contrapesos de ambas, como fue siempre.
Con mi mejor recuerdo para todos los que fueron campaneros en el pueblo, algunos de los cuales conocí.
Un cordial saludo para todos.
Un paisano de Sabino Ordás.