Aunque no siempre se procedió del mismo modo y por el mismo sistema, normalmente la ventilación de la
cueva se conseguía a través de un tunelillo inclinado ("pindio" para los ardoneses), largo y angosto, que comunicaba el espacio interior con el exterior y que a tal fin se hacía.
Ese tunelillo es la lucera que, en el caso que nos ocupa, vemos que está en la parte trasera de la cueva.