Al
Palomar.
El pavoneo del palomo,
al primer rayo del sol,
exhibiendo su plumaje
con exquisitez y ardor,
y el aleteo constante
de la grey del palomar,
con repetidos revuelos
en torno a este lugar,
encumbran el sentimiento
de ser remanso de paz.
Una pareja alza el vuelo,
se aleja del palomar.
Con rapidez corta el
cielo
y desciende al muladar,
donde busca con denuedo
su apetito mitigar.
-"Por un azar de la vida,
¿trocarase ella en manjar?
Riesgos hay en las salidas
y obligado aventurar."
Corta el aire la paloma,
cual veloz flecha lanzada,
de regreso al palomar
abandonando, alipartido
por un perdigón certero,
dando saltos en el suelo
e incapaz de alzar el vuelo
junto al ocre muladar,
a su palomo querido,
que no volverá a volar.
¡Ru, ruu... Ru! ¡Ru, ruu... Ru!
Hacendosa la paloma,
con mucho esfuerzo y afán,
conseguirá cada día
su infortunio superar.
¡Ru, ruu... Ru! ¡Ru, ruu... Ru!
La pareja de pichones,
aún a medio criar,
también volará algún día
hasta el ocre muladar.
Un paisano de Sabino Ordás.