Hace un mes, mas o menos, os prometí algo para
San Martino. Perdonad, me he descuidado. Hoy cumplo mi promesa. Un saludo.
La
matanza.
De lejos viene la usanza
de un invento afortunado,
cual es hacer la matanza
de aquel cebón engordado.
Vive una vida a placer:
es cuidado con holganza,
él nada tiene que hacer...,
salvo llenar bien la panza.
"El trueque engendra milagro:
tú le haces
feliz un año"
- según discurrir del agro -
"y él a ti el siguiente año."
En una fría mañana,
ya el mosto fermentado,
sobre una sólida banca
el gocho es sacrificado.
El trabajo se organiza:
se descuartiza, se pica,
se adoba y se enchoriza.
¡Gran dosis de
arte se aplica!
Colgado está ya en las latas
y, envuelto en nubes de humo,
se impregna de esencias gratas
y alarga mas su consumo.
Los productos, ya curados,
dan lugar al gran festín:
cocidos, guisos, fritados...
hasta crudos, dan postín.
Participa en la pitanza,
en tanto que otro se cría
para una nueva matanza,
y se disfruta cada día.