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No solo chopos, ARDON

Paseo vespertino

Paseaba yo ayer tarde
por la ribera del río,
allá abajo, do los chopos
(gran macizo de hojas verdes)
entre gordos y altos troncos.

Por no romper el silencio
pisaba suave en el cesped:
sentí el murmullo del agua
y el mirarme de los peces.

El pájaro azul huía
rompiendo veloz el aire;
yo me alegré al verme solo
a pesar de aquel desaire.

Mirando estuve hacia el río
por un tiempo inacabable,
viendo alargarse las sombras
y a los peces contemplarme.

Me sentí dentro del agua,
por reflejos ancestrales,
como algo no distinto
entre los peces iguales.

Ellos me vieron su forma,
se acercaron a rozarme;
sentí su suave contacto
que me estimuló a quedarme.

Me retardé hasta el ocaso
que, en desliz de un flotar suave,
fui saliéndome a la orilla
viendo a la luna en el aire.

Con la quietud y el silencio
volvió el pájaro al acecho;
en el caer de la tarde
movió las hojas el viento.

El reflejo de la luna,
ayer tarde, ya muy tarde,
tapó a mi vista los peces,
que ¿dejaron de mirarme?

Un paisano de Sabino Ordás.
(Agosto de 2001)