Destaca en primer plano la
esquina de la
casa de Bonifacio, en segundo término la casa de Abundio y, antepuesta a ésta, la entrada (más bien el promontorio donde la misma se ubica) de la
cueva de Tiniano, de la que tanto hemos hablado.
La
ventana, la
chimenea y ese pico de gorrión del vértice del
alero son elementos a destacar, como reliquias antiguas, hoy irrepetibles.
A mi me llama la atención preferentemente la simbiosis que se aprecia, prácticamente en todos los aspectos, entre estas viejas construcciones y la manifestación de fuerza de la
naturaleza invadiéndolo todo. Es más, creo que esa simbiosis vence con naturalidad y prácticamente absorbe la presencia de elementos modernos -farolas, cables, torretas,
señal de tráfico- que, aunque están ahí, no solo no rompen la armonía, sino que hasta parece que le dan vida al conjunto con sus líneas curvas.
Un paisano se Sabino Ordás.