El origen de la
catedral, dedicada a
Santa María, se remonta a 1069, cuando un primer templo fue consagrado por el obispo Pedro Núñez. Posteriormente fue reconstruida en 1087, bajo el obispo Osmundo y en el siglo XIII, siendo obispo Pedro Fernández. Esta última reedificación fue la base para la definitiva ampliación, que comenzó en 1471. Desde ese momento las obras se prolongaron hasta el siglo XVIII, motivo por el cual en su traza se conjugan elementos góticos, renacentistas y barrocos.