Se trata de una obra de óleo sobre tabla de finales del siglo XV.
La Reina Lupa, pagana y perversa que gobernaba
Galicia, recibió a los Discípulos del Apóstol Santiago, que buscaban un lugar donde enterrar el cuerpo de su maestro martirizado en Jerusalén. Con engaños los envió a un
monte de su propiedad donde les prometió unos bueyes para ayudarles en su traslado. Resultó que los bueyes eran
toros bravos. Al llegar, además había un enorme
dragón escupiendo fuego por su boca. Los discípulos, lejos de asustarse, hicieron la
señal de la
Cruz y milagrosamente, el dragón reventó estrepitosamente y los toros bravos se transformaron en mansos bueyes.
Ya sin obstáculos, consiguieron trasladar el cuerpo tirado por las reses sin que nadie les indicase el
camino, hasta llegar al
palacio de la reina. Allí ella se arrepiente, se hace cristiana y transforma su palacio en una
iglesia...
La leyenda Dorada. Santiago de la Vorágine 1264.