El Claustro de la Catedral de Astorga ha sufrido varias reformas hasta que en el siglo XVIII queda transformado definitivamente tal y como lo conocemos hoy en día.
De su traza primitiva apenas quedan huellas. En 1755, bajo la dirección de Gaspar López como maestro de obras, se sustituyen las arquerias medievales por las neoclásicas, de gran sobriedad y elegancia, cubriendo el interior con bóvedas de ladrillo separadas en tramos por arcos fajones.
Se utilizó piedra de jaspe, pulida en las aristas, y constituye con la gran sacristía (1772), la última fase constructiva del largo proceso comenzado en 1471.