Un buen ejemplo de esta riqueza decorativa es la variedad de
capiteles que Gaudí diseñó para las diversas
columnas del conjunto palaciego, en el que se combinan diversos estilos, desde el
gótico y el mudéjar hasta los motivos naturalistas tan del gusto del arquitecto, pasando por unos capiteles de ábacos estrellados inspirados en la Sainte-Chapelle de París. El sótano es austero, con una atmósfera de
castillo medieval más patente que en el resto del
edificio. Está ocupado por una única estancia, con columnas de
piedra tosca, cilíndricas y rectangulares, dispuestas formando tres naves —cinco en el centro a modo de crucero—, con capiteles que recuerdan los del
arte micénico, y con
arcos y
bóvedas de estilo gótico, estas últimas muy rebajadas, con nervios de ladrillo colocados a punta de diamante —es decir, con forma piramidal—.