A principios del siglo xix la ciudad sufrió las consecuencias de la ocupación francesa y fue una de las primeras ciudades que se levantaron contra los franceses, con el amotinamiento de campesinos y jornaleros el 2 de mayo de 1808. El
ejército francés entró en la ciudad el 31 de diciembre del mismo año y durante los años siguientes la
plaza cambió de manos en varias ocasiones hasta que finalmente los franceses capitularon el 17 de agosto de 1812.