Tanto la propia capital como distintos puntos de la diócesis fueron centros de demanda artística y residencia de estos profesionales de la
escultura, pintura y artes suntuarias. Uno de estos artistas astorganos fue Alonso de Portillo, cuyo trabajo asume la
tradición del buen hacer en la platería astorgana. El profesor Manuel Gómez-Moreno (1870-1970) descubrió su identidad gracias a la inscripción que el maestro dejó grabada en su obra de la
cruz procesional de Villar de los
Barrios.