Desde los primeros años del siglo xvi, la diócesis se ocupó de amueblar la
catedral, todavía en construcción. Uno de los encargos más notables fue el del
coro que hubo de instalarse primero en la
capilla mayor. Para esta obra se situaron en
Astorga una serie de talleres bajo el mecenazgo del obispado. Trabajaban también en Astorga artistas de la categoría de Juan de Colonia, Tomás Mitata y Roberto Memorancy. En el ámbito de la pintura es de destacar el llamado maestro de Astorga y su obra de
tradición flamenca, el
retablo de
San Miguel en la catedral (1530), encargado por el canónigo Duarte Pérez.