Treinta y dos pilares sin
capiteles, esculpidos con baquetones que se prolongan hasta unirse con los nervios de las
bóvedas de crucería. La orientación siguió la disposición anterior hacia el nordeste. La
fachada principal supuso el triunfo del estilo barroco leonés. Se muestra al espectador como un gran
retablo de
piedra cuya ejecución se debe a la dirección de los arquitectos Francisco y Manuel de la Lastra Alvear (padre e hijo) que trabajaron en esta obra desde finales del siglo xvii hasta principios del xviii. Intervino también en los últimos años (1708-1710) el maestro Pablo Antonio Ruiz.