Las trazas y la pintura se deben a Juan de Peñalosa. Francisco Ruiz fue el ensamblador, supervisado por el arquitecto Pedro Álvarez de la
Torre. El dorado corrió a cargo de Juan de Meaza (en 1630). El
retablo mide 8 x 5,10 x 5 m. Consta de banco, un único cuerpo de tres
calles, más ático separado por entablamento, friso y un
frontón quebrado. La imagen titular es la Inmaculada de Gregorio Fernández situada en el centro y delimitada por pares de
columnas entorchadas.