Tras producirse las invasiones bárbaras, los suevos se establecieron en el territorio de la antigua Gallaecia en torno a 410 y la ciudad pasó a formar parte de su reino. El enfrentamiento de los suevos con los visigodos provocó que
Astorga sufriese sendos saqueos por parte de estos últimos, el primero por Teodorico II en 459 y el segundo por Leovigildo en 569. A causa de todo ello, Astorga perdió su condición de capital de
convento jurídico, junto con la desaparición del sistema político y administrativo
romano, y el protagonismo recayó, desde ese momento, en la ciudad de
León. En 714, con motivo de la conquista musulmana de la península ibérica, Astorga padeció el ataque y destrucción por Táriq en su marcha hacia el norte.