Beberino, entre
sombras y penumbras, entre voces y silencio sepulcral, entre soledad y viento. En la
esquina derroida por el tiempo de la
calle estrecha y desnuda que sube hacia la ladera del
monte asoma un gato, cerca ladra un perro, a lo lejos se dibuja la
sombra de una farola.
¿Quien vive?. Solo el eco responde. Raudo se ha ido el gato, silva el viento. Empieza a
llover. Paz y sosiego. Mas paz que lo segundo. Apenas unas luces en alguna
ventana. Ya se hace denoche. Una, dos y hasta tres personas
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