Este tronco de
árbol, pese a estar hoy muerto y seco, es el símbolo de la Villa de
Boñar. Bien conservados sus restos en la
plaza de su mismo nombre, es decir, en la Plaza del Negrillón, la
historia del mismo parece arrancar en el siglo XVI. Gracias a las podas y los cuidados llegó a ser alto y robusto. En los años ochenta, la grafiosis se pone de manifiesto en la península ibérica atancándole; a pesar de que se le aplicaron diversos tratamientos curativos
vía radicular, no se logró su recuperación, quedando el tronco un par de ramas anchas.