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BONELLA: RINCON POETICO...

RINCON POETICO

"La Espera"...

En el campo de la Escrita
hay una piedra asentada
a la vera del camino
semioculta entre unas matas.
¿Quién la puso? No se sabe
si el viento, el hombre o el agua
la arrastraron hasta el mato
donde hoy la piedra se halla.
¿Quién en la piedra hoy se sienta?
¿Quién en ella se sentaba
en otros tiempos? Muy pocos
en Villayuste declaran
conocer o conocido
quien esa piedra ocupara...
¿Qué fin tiene? Es un enigma...
Solo Majo da palabra
de saber algún detalle
de la "piedra"... y, Majo habla:
"Era yo apenas un mozo
que en los veinte años frisaba;
y aunque el "erial" había pagado
y mataquintos fumaba,
los mozos no me admitían
en las asambleas magnas.
Cierta vez, un hombre hábil
en la pesca y en la caza,
me dijo familiarmente
señalándome la mata
donde la piedra se oculta:
(era una tibia mañana)
¿Ves ese canto redondo
entre hierbas y hojarascas?...
Aquí, en los atardeceres
serenos y auroras claras,
me siento a "esperar" la liebres
que hacia las Campares bajan
para el banquete nocturno,
o suben por las mañanas
a encamarse por Llamoso,
el Sapo o las Varagañas...
Esa piedra nadie sabe
porque ruta aquí llegara...
Escuchaba yo asombrado
lo que el hombre me explicaba,
y como él fue notando
mi admiración en la charla,
seguiré - dijo - contando
la historia pues que te agrada.
Prosiguió el enamorado
de la pesca y de la caza:
"Cuando el día se nos marcha,
y la noche va tendiendo
sobre el campo silencioso
su manto de estrellas lleno,
con la "fusé o la central",
al hombro, voy yo subiendo
por las "Pedreras arriba"...
y cuando a la "Escrita" llego,
hago alto, limpio el rostro,
meo un poco, tiro un pedo...
Prendo luego un cigarrillo
y en esta piedra me siento
a esperar que alguna liebre
venga dándose un paseo.
Pasan lentos los minutos,
como si tuvieran miedo
de entrar en la noche negra;
pero al fin, va oscureciendo.
Yo sigo montando guardia
sobre el duro sillón pétreo.
¡Hoy no bajan!...; diez minutos
solamente más espero.
Estiro un poco una pata;
cambio de postura el cuerpo,
pero no pierdo de vista
el "mejacán" y el sendero
por donde suben o bajan
las liebres en sus recreos.
A veces paso una hora
y sin nada vuelvo al pueblo;
otras a los diez minutos
ya cargo con algún muerto.
Esta vez es de mañana
y también voy a la "espera",
llevo muy pocos cartuchos
sobran media docena,
pues en estas circunstancias
en cuanto algún tiro suena
ya se acabó la función
y el que "espera desespera"...
Está clareando el día;
yo me acomodo en la "piedra"
mirando un poco hacía abajo
donde está mi mano izquierda.
Cinco minutos escasos
llevo haciendo el centinela
cuando en el preciso instante
en que vuelvo la cabeza
hacia el "lao" de las Lagunas,
veo moverse en la "rodera"
un bulto.. monto el perrillo,
y sin alentar siquiera
bajo la cabeza un poco,
subo un poco la escopeta,
y cuando tengo tapada
con el cañón la pieza
"chit, chit" digo de repente
para que el bulto detenga
la marcha breves segundos.
Sobre las patas traseras
párase el bicho un momento
mientras mueve las orejas.
Doile gusto al dedo y "pum"...
retumba en toda la Cerra
el eco, mientras caía
desplomada en la "rodera"
una liebre que volvía
de pasar la noche entera.
¡Cuantos casos como este
contaría la "piedra" esta
si pudiera ver y hablar
como los hombres las piedras.

Pistola