------------------------------ ------------------------------ ------
NOTAS DE TALIESIN
A pesar de que este artículo supone afinidad entre el material legendario de León y Castilla, lo cierto es que:
"Según vemos, el Occidente de la Península, es decir, Galicia, Asturias y lo que históricamente formaba el Reino de León (incluyendo la Extremadura leonesa) se nutriría de leyendas que tendrían, por el contrario, un sesgo diferenciador, y que se pueden contraponer con claridad al material legendario ... (ver texto completo)
– De las doce palabras retronadas (49), dime la
una:
– Sólo es una la que parió en Belén, Virgen y pura.
– De las doce palabras retronadas, dime las dos:
– Las dos tablitas de Moisés,
donde Cristo puso manos y pies,
para subir a la Casa de Jerusalén.
Sólo es una la que parió en Belén, Virgen y pura.
– De las doce palabras retronadas, dime las doce:
– Las doce, los Doce Apóstoles. ... (ver texto completo)
Si se trataba de motas en los ojos, hablaba de una plegaria que terminaba así:

[…]
curáiselos a mi amante,
que los tiene petillosos (47).

Recuerdo que si alguien tenía hipo, lo que hacía la abuela era contar una historia que asustara al que lo padecía y enseguida se le quitaba.

También ha habido rezadores empleados en otras ocupaciones distintas a la salud. En el Valle de Fenar había mujeres que “echaban la oración a San Antonio” para recuperar objetos perdidos. Particularmente familiar ... (ver texto completo)
La presencia del diablo es frecuente en los cuentos populares de esta región. En ellos el diablo aparece casi siempre como un ser estúpido, siendo objeto de engaño (36).

En Oseja de Sajambre las mujeres estériles que quieren conseguir la fecundidad acuden a unas curanderas que suministran pócimas para ese fin. Cierto es que el oficio de la curandería es tan antiguo como la propia preocupación del hombre por su salud y la de sus animales domésticos. Por un proceso que hubo en el S. XVII contra una mujer llamada Lucía Gutiérrez, vecina de Priaranza, cerca de Astorga, sabemos que en aquella zona los curanderos curaban la enfermedad de la pelagra –también llamada mal de la rosa–, arrancando una rosa y echando queso, pan y vino en el hueco dejado por la raíz, cubriéndolo después con tierra sobre la que se colocaba una vela; a continuación rezaba un credo y estregaba al enfermo con un puñado de aquella tierra.

Un siglo después, concretamente en 1761, está fechado el documento que recoge el proceso inquisitorial contra una mujer de Santibáñez de la Isla, acusada de practicar la curandería con plantas mágicas y conjuros e invocaciones a diversos santos. En este proceso se recoge un remedio empleado por ella para curar a una mujer que tenía aire atravesado en los pechos, con lo cual no podía amamantar a un hijo recién nacido. Calentó vino y aceite en una escudilla, y en otra echó romero, tomillo y unos palos de escobajo que eran buenos para el aire; después añadió otras hierbas en número impar. Levantó la escudilla con el vino y el aceite a la altura del pecho de la paciente, para que el humo y el vaho le entrara por los pechos. En la otra escudilla, con el romero y las otras hierbas, hizo cruces con las manos, recitando algunas oraciones. Al concluir, decía:

Con la lanzada que dio Longinos a Nuestro Señor,
al pie de la Cruz. Amén Jesús.

Y así logró curar a la mujer. En el documento aparece otro testimonio en el que se habla de la curación de una nube en un ojo, con doce o trece granos de trigo blanco y este conjuro:

Si la nube es negra, Dios la detenga;
si es blanca, Dios la deshaga;
si es rubia, Dios la consuma.
Señora Santa Lucía, señora Santa Ana,
devuelve la vista a Benito (37).

Una curandera de Ambasmestas quitaba las verrugas en el plazo de un mes, siempre que el paciente le dijera el número exacto de verrugas que tenía, ni una más ni una menos. Para ello utilizaba una rama de xesta –especie de arbusto empleado en la fabricación de escobas–, con la que confeccionaba tantos nudos como verrugas deseaba hacer desaparecer (38). También se conoce el caso de una curandera de la Cabrera Baja que curaba las verrugas y la tisis.

En La Bañeza había una mujer que curaba las calenturas, conocidas popularmente como tercianas y cuartanas, con parches elaborados con una tela gruesa y alcanfor. Los colocaba sobre el estómago y el paciente no podía lavarse los pies ni comer picantes durante un mes (39).

En la mentalidad popular se asocia la figura de la curandera con la brujería; de esto da prueba un artículo de César de la Rosa, publicado en la revista Estampa en 1936, en el que, hablando del filandón en Maragatería, dice:

A veces, una emoción o el trabajo excesivo hacen rodar por el suelo, alfombrado de bálago fresco, a alguna de las mujeres que cae desmayada. Entonces, si el “vinagre para los pulsos” no basta para volver en sí a la desmayada, se recurre a la oración, que pronuncia enfática la meiga, esa bruja a quien temen, ¡todavía!, en tantos pueblos castellanos, gallegos y astures [y leoneses***], que dice así: "En nombre del Padre, e del Hijo, e del Espíritu Santo: tres ángeles que iban por
un camino encontraron a Nuestro Señor Jesucristo. ¿A dónde vais acá los tres ángeles? Acá vamos al monte Olivote, y yerbas y ungüentos cortar, para nuestras cuitas y plagas sanar. Los tres ángeles allá iredes; por aquí vendredes; pleito y homenaje me paredes, que por estas palabras precio non llevaredes, excepto aceite de oliva y lana sebosa de ovejas vivas. Conjúrote, plaga o llaga, que no endurezcas ni lividinezcas por agua ni por viento, ni por otro mal tiempo, que ansí hizo la lanzada que dio Longinos a Nuestro Señor" (40).

Un tipo de curandero específico es el llamado encañador. Un caso muy célebre fue el de un astorgano conocido como “El Carreto”, cuyo método de curación consistía en tender al enfermo en el suelo, zarandearle y pellizcarle; después le aplicaba unos polvos rojizos cubiertos con trementina y, finalmente, le pegaba estopa en el cuerpo, dejándole casi inmovilizado (41).

Otro tipo determinado de curación es el que se hace con ensalmos –por ensalmo se entiende todo rezo empleado con una finalidad exclusivamente terapéutica–, conjuros, plegarias u oraciones (42). Es sobradamente conocido el empleo que se ha hecho en diversas circunstancias de textos y dichos religiosos, así como de oraciones.

En 1562 está fechado un proceso incoado a Juan de Casasola, ensalmador de Riego de la Vega, que curaba fístulas e hinchazones con ciertos rezos (43). Otro tipo de ensalmador muy particular fue fray Juan, monje astorgano, que se dedicaba a confeccionar cédulas benditas contra diversos males (44).

Conocida es esta plegaria que se rezaba al coger acedas (45) para comerlas. Mis padres recuerdan que, siendo mozos, así lo hacían: antes de comerlas se santiguaban, pidiendo que las hojas no estuvieran malas, ya que se comían sin lavarlas previamente:

Por aquí pasó Dios,
por aquí la Virgen,
si tienen veneno
que me lo quiten.

También es muy popular el conjuro que se hace para curar las heridas:

Sana, sana, culito de rana,
si no sanas hoy, sanarás mañana.

Para curar la ictericia, mi abuela Dolores en Val de San Lorenzo recitaba la siguiente plegaria:

A verte vengo, manrubio,
antes de que salga el sol,
que me quites la (ic) tericia
y me vuelvas el color ... (ver texto completo)
En la comarca de Maragatería se cuenta que el tío Barrigas –anciano sin hijos y con la mujer enferma, a la que procuraba socorrer con caldos de gallina– un día, después de hacerle el caldo a su esposa, vio que la carne de gallina había desparecido. Esto se repitió varios días, hasta que una noche oyó un ruido misterioso dentro de la casa. Se puso al lado de la gatera, tapando el orificio con un saco y logrando, de esta manera, atrapar un gato negro. Lo estaba golpeando contra el suelo cuando desde ... (ver texto completo)
Otros objetos que han servido de protección contra el mal de ojo han sido fragmentos de altar de iglesia o de monumentos antiguos.

No sólo son de tipo religioso los objetos empleados contra este maleficio; también los encontramos de tipo profano, como la higa, que es posiblemente el amuleto profano más extendido. Parece ser que este amuleto ya era utilizado en el mundo fenicio. La higa reproduce una mano en diferentes posturas, siendo la más frecuente aquella que representa una mano cerrada y ... (ver texto completo)
El caminante, al que debemos suponer familiarizado con el rito, debía saltar por encima del niño y así quedaría curado. En San Pedro Bercianos, en la comarca del Páramo, se recogía hinojo con este fin (4).

Otro método empleado consistía en llevar al niño junto al horno donde se cocía el pan. Se contaban los panes que estaban dentro del horno y se lanzaba el mismo número de habas dentro. Después se acercaba el niño a la boca del horno el mismo número de veces, y a la vez se pronunciaba este conjuro:

Aire ... (ver texto completo)
La "y" también divorcia a Europa
Relaciones los pueblos de España ordenadas por Fel...
El máximo esplendor del Reino de León
O galego histórico do Bierzo
El último pueblo de Europa
El lobo de San Froilán
Iniciación a la lucha leonesa
Informe sobre a fronteira da lingua galega no Bier...
La canción asturiana nel espaciu y nel tiempu
La leyenda del lago de Sanabria ... (ver texto completo)
ami pueblo
¿Y porqué lloras mi publo
no te es suficiente tus inmensas
llanuras, montañas y rios?.

¿Porqué lloras,
Acaso no tienes todas las riquezas del
planeta para dar...... y el universo proclama
por ti.....?
... (ver texto completo)
por esta escalera se accede a la casa de la maestra.
esta es la habitacion principal.
así ha quedado la cocina en la casa de la maestra.
CORRESPONDE A UNA DE LAS HABITACIONES DE LA CASA DE LA MAESTRA; QUE SE ALQUILA: turismo rural, capacidad para 6-8 personas, todo nuevo, muy amplia y soleada, por persona y dia 25€; mínimo diario 50€

TFNO. CONTACTO: 626527181
casa del maestro; turismo rural, capacidad para 6-8 personas, todo nuevo, muy amplia y soleada, por persona y dia 25€; mínimo diario 50€

626527181

Enviar un mensaje a este anunciante
•Pasear a los novios por el pueblo y los alrededores atados y subidos entre las pernias en un carro tirado por un macho bureño (de burro).

•Obligarles a entrar vestidos en las aguas del río, que en invierno presentan temperaturas muy bajas.

•Pasearles por las eras, que era el lugar de la localidad donde todos los vecinos realizan algunos trabajos agrícolas como aquellos relacionados con la recogida de la cosecha, metidos en sacos.

•Impedirles dormir durante varias noches.

•Arrojarles ... (ver texto completo)