Este es el pueblo donde comí las mejores sopas de ajo que recuerdo; eran tan buenas que subíamos desde Pola en invierno y con nieve, andando, para bajar de noche -con el calor de las sopinas en el cuerpo- a la luz de la luna y el resplandor frío de los senderos y las laderas nevadas. Una gozada. Y desde Buiza, un recorrido precioso el que sigue la antigua calzada romana que se conserva a trechos para alcanzar la parte de Villamanín por Rodiezmo.