CABOALLES DE ARRIBA: Pepe, se puede decir más alto pero más claro... imposible.

Desde hace algún tiempo, intentamos justificar la situación de nuestra actual crisis en: el ladrillo, los políticos, la codicia de los banqueros, la prima de riesgo, la corrupción, etc.

Posiblemente ha llegado la hora de aceptar que tiene raíces más profundas: NOS HEMOS CONVERTIDO EN LAS ÚLTIMAS DÉCADAS EN UN PAÍS MEDIOCRE:

Esta mediocridad es el resultado de una cadena que comienza en la escuela y termina en la clase dirigente.

Hemos creado una cultura en la que los mediocres son los alumnos más populares en el colegio, los primeros en ser ascendidos en la oficina, los más escuchados en los medios de comunicación y a los que votamos en las elecciones, sin importar lo que hagan.

Mediocre es un país que ha reformado su sistema educativo tres veces en los últimos treinta años, hasta situar a sus estudiantes a la cola del mundo desarrollado, que no tiene una sola universidad entre las 150 mejores del mundo y fuerza a sus mejores investigadores a exiliarse para poder sobrevivir.

Mediocre es un país donde sus ciudadanos pasan más de dos horas diarias delante del televisor viendo telebasura.

Mediocre es un país en el que después de más de tres décadas de democracia, no ha dado un presidente que hable inglés o que se desenvuelva con fluidez en los ámbitos internacionales.

Mediocre es un país que con su sectarismo, ha conseguido dividir incluso a las asociaciones de víctimas del terrorismo.

Mediocre es un país que ha permitido, formulado y celebrado el triunfo de los mediocres, arrinconando la excelencia hasta dejarle dos opciones: marcharse o dejarse engullir por la marea gris de la mediocridad.

Somos un país que ha hecho de la mediocridad la gran aspiración nacional, perseguida por los miles de jóvenes, que buscan ocupar una plaza en el concurso de G. H. y por políticos que abuchean e insultan sin aportar una idea.

Esta mediocridad tiene su fiel reflejo si tenemos en cuenta que con un 25% de paro, existe más motivación para movilizarse cuando ganamos alguna competición deportiva o cuando se convocan manifestaciones lo más variopintas bajo el paraguas de la ideología.

saludos

Pepe, se puede decir más alto pero más claro... imposible.