Mi madre no llegó al diagnóstico de Alzheimer, tenía días muy difíciles porque no veía. Sus recuerdos y la falta de visión se mezclaban. Cuando iba al pasado, se reía, recordaba juegos, personas, tiempos felices. Toda la familia trabajaba mucho y no les sobraba nada, mi abuelo era poco afectuoso, excelente persona y creo que el secreto de la alegría de mi madre y sus hermanos fueron esa infancia y juventud vividas y compartidas en el amor familiar y la seguridad del hogar. La abuela fue muy buena madre y les enseñó a llevar un hogar, a ser ordenadas, honradas, sinceras, discretas. Mi madre no volvió a ser tan feliz como cuando niña y joven. Supe escuchar lo que su memoria guardaba como un tesoro, eso me dio paz y nos acompañamos hasta el final de su camino-