Recuerdo las
aguas frescas y las truchas del
río Casares, y los
merenderos de los
bares a orillas del río. Las tardes de los
veranos, a la
sombra, el murmullo del
agua, parapetados tras una tortilla de patata, unas cervezas o el porrón de vino y la guitarra. ¡Buenos tiempos!