Llevo esperándote una eternidad.
Le dijo el papel en blanco
al afilado lápiz de carbón
cuando por fin se encontraron.
¿Cuánto es una eternidad?
Preguntó con interés
acercándose lo imprescindible
para no dejar su huella.
No sabría decirte con exactitud,
respondió dudando,
se lo escuché una vez a un poeta
en una lejana tarde de otoño
cuando posando sus manos sobre mí
mientras soñaba con escribir unos versos
sentí el latido de un solitario corazón.
Quizá sea el tiempo entre primaveras
o quizá entre dos amaneceres;
podría ser el tiempo entre mareas
o el del pausado florecer de los rosales.
No sé cuánto dura una eternidad.
Solo sé que aquí espero a alguien como tú,
que quiera grabar sus sentimientos
palabra por palabra y silencio por silencio
sobre esta blanca piel que me conforma.
O si quieres puede dibujar un sueño
o un fugaz pensamiento,
no temas esculpir con tu fino trazo
dentro de los límites de mis cuatro lados
todo aquello que tu libertad anhele,
pues alguien encontrará nuestra unión
y la compartirá en un viaje sin fin
donde el horizonte aún está por alcanzar.
No sé cuánto tiempo llevo esperándote,
quizá y solo quizá,
toda una eternidad.
Jose Manuel Contreras
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