El
cementerio de
Bulnes goza de la peculiaridad de haber sido uno de los contadísimos
campos de enterramiento en el mundo, que estuvieron techados. La razón deriva de las enormes
nevadas que antaño se producían y que impedían llevar a cabo la última tarea encomendada con los seres humanos.
Tras una ampliación llevaba a cabo en el cementerio, este dejó de estar techado.