Qué reconfortante nos ha podido resultar
abrazar la soledad en estos años
mas cuán asfixiante puede resultar
que sea la soledad la que nos abrace
cuando nadie la ha convocado
y poco a poco se va adueñando de cada rincón.
Quizá ahora nos demos cuenta
de lo solos que hemos estado viviendo
aunque decenas de personas
o cientos de personas
o miles de personas
se cruzasen cada día con nuestro caminar
rumbo a colegios, hogares, trabajos o centros de ocio
o aunque nuestra casa estuviera compartida
con otras personas a las que llamamos padre o madre
hija o hijo, nieto o nieta
tal vez abuelo o abuela, hermana o hermano
compañero o compañera, marido o mujer
viviendo todos juntos bajo un mismo techo
pero
solos.
¿Y si éste fuera un tiempo
para la reflexión?
¿Y si éste fuera un tiempo
para el encuentro o tal vez reencuentro?
¿Y si decidiéramos recuperar un tiempo
que su propio acelerar nos hubiera abocado
a una soledad acompañada?
Hablémonos a nosotros mismos
escuchando cada palabra que tenemos que decirnos
para poder escuchar después
a todas y todos los que necesitan ser escuchados.
Nos marcaron un día y una hora
para quedarnos en nuestras casas
pero nadie puede asegurarnos
la hora y el día
en el que volvamos a alfombrar calles, avenidas y parques
con nuestras huellas renovadas…
y ese momento llegará.
La fortaleza está en cada uno de nosotros
solo hay que empezar a buscarla
yo ya comencé esa búsqueda
¿Y tú?
José Manuel Contreras
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