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podía ver lo que quisiera;

donde convocó a la envidia y al rencor.

Entró primero el rencor

seguido por la envidiosa envidia,

mas maravillados quedaron

cuando observaron la agradable estancia

y sus riquezas,

y en sus espejos se vieron

y se gustaron;

presumieron de sus figuras,

y de su fuerza

y de su sombra iluminada.

Así el corazón de él quedó libre

de rencor y de envidia,

de envidia y de rencor

por un instante, infinitamente pequeño.

Y mientras se deleitaban con sus imágenes

reflejadas en cada espejo,

él abandonó el salón, en sigiloso silencio,

y cerró tras de sí la puerta

con siete vueltas de llave.

Dentro quedaron ellos;

fuera quedó él.

Soñó que soñaba un sueño

y cuando despertó

sintió una luz diferente

latiéndole en su corazón;

y en aquel rincón,

en el que nacen los sueños,

encontró una llave

hecha de luces y de sombras

con una leyenda que decía:

“Salón de los espejos, no abrir”.

José Manuel Contreras ... (ver texto completo)
Buenas queria preguntar a que hora es la misa los domimgos?
Si me miro en el espejo

observo el presente,

incluso podría observar el pasado

si entornase la mirada

y mirase a los ojos que me miran;
... (ver texto completo)
El Valle, el Valle, mi querido rincón y casa solariega, que oyeron mis primeros gemidos en el pasado siglo y hace un mes volví a visitar en busca de mis lares y penates revolviendo mis raíces genealógicas disperdigadas por el entorno. Qué más puedo decir? alguna jeremiada o algún canto rememorando las ruinas de Itálica famosa, aunque no tan ilustre. Pero ahí sigue El PORTILLERO ahora indicado en el alto y marcando la cuenca del Cea.
Este puente corresponde al paso del antiguo foso que rodeaba el recinto amurallado, localizado a la izquierda de la foto, donde se adoso el Caño de la Carcava, para transformarla en calle.
Esa fuente, se construyó en el año 1951, año en que nací y donde mis padres, Emilia y Anastasio vivieron. Soy de Almanza e hija pequeña de Emilia y Anastasio. ¿Madre, por qué me diste en adopción? Convertiste toda mi vida en un infierno, pero te perdono. Siempre pienso en ti. Allá donde estés pienso estar siempre a tu lado. Mamá, te quiero
EL NIÑO QUE MURIÓ DE FRÍO
Se llamaba Pedro Turienzo Fernández. Eran sus padres Emilio y Asunción, y había nacido en 1947 en el pueblecito de Villacorta (provincia de León).

El 22 de diciembre de 1956, después de comer, se fue a jugar con su primo Agustín Honrado, de doce años (que estaba pasando unos días en Villacorta), y con otro niño de Villacorta llamado Juan José Díez Rodríguez (de nueve años).

Era una hermosa tarde soleada, y los niños se entretenían cogiendo endrinos y espantando pájaros ... (ver texto completo)
El "pastor" que salvó al niño era mi padre.
Mas o menos la historia sobre mi padre no es asi por lo que el me contó, pero da igual, decir que mi padre falleció el 13 de julio y nunca conoció al chico que salvó. Hubiera estado bien
Buenas tardes.
Me llamo Mª del Pilar, vivo en Zaragoza, aunque mi sangre es palentina y también algo leonesa aunque mis antepasados de allí (Bustillo de Cea y alrededores) sea más antigua.
Estoy ayudando a un primo lejano a averiguar datos de sus antepasados para realizar el árbol genealógico y nos ha llevado hasta Santa Olaja de la Acción, su abuelo, Tomás Garrido Quintero se casó en primeras nupcias (1895) con Bernarda Reyero Reyero, hija de Luis y Micaela (de Santa Olaja estos tres últimos) ... (ver texto completo)
Deshojar una margarita

pétalo a pétalo

para encontrar esa sencilla respuesta

a la pregunta de “ ¿Me ama o no me ama?”;

para hallar esa respuesta sencilla

a la pregunta de “ ¿Será o no será?”

¿Cuántos pétalos de flores deshojadas

alfombran el destino de los enamorados inciertos?

¿Cuántos pétalos de flores deshojadas

cubren las desdudadas dudas de todos aquellos

que buscan la ansiada respuesta?

Recuerdo aquella primera vez

en la que tomé entre mis dedos

una frágil margarita que solitaria

encontré al borde del camino.

La miré con la sincera esperanza

que latía en este corazón enamorado

que palpitaba, de duda en duda,

en una juventud ya lejana.

Antes de arrancar el último pétalo

de su receptáculo

ya conocía la respuesta a mi pregunta.

¿Por qué deshojar esta flor de flores

para pretender obtener esa anhelada respuesta

que habita en mi corazón?

¿De dónde mi temor?

¿De dónde mi zozobra?

¿De dónde esas dudas

cuyas respuestas tienen un único origen?

No he vuelto a deshojar una flor,

pero sí he disfrutado de su tacto

y de su fragancia y de sus colores,

desdudando mis dudas en ese rinconcito

del corazón donde aguardan, pacientes,

todas las respuestas.

José Manuel Contreras ... (ver texto completo)
Dónde quedaron aquellos sueños

que soñaste cuando soñabas?

¿Cuándo decidiste dejar de soñar?

¿Cuándo decidiste dejar de vivir?

Recuerdo escuchar tu voz

cuando aún era un niño

y veía cómo la luz iluminaba

esa mirada tuya tan azul,

tan clara, tan intensa, tan profunda.

Soñaste con lo que ibas a hacer

cuando cumplieras la treintena.

Soñaste con lo que ibas a hacer

una vez cumplidos los cuarenta.

Soñaste con lo que ibas a hacer

al día siguiente de cumplir cincuenta.

Soñaste con lo que ibas a hacer

llegado el día de tu jubilación,

ese día que nunca llegó

pues dejaste de cumplir años

aquel día de septiembre

en el que la muerte vino a buscarte

mientras dormías, mientras ya no soñabas.

Soñaste dormido y soñaste despierto.

Los sueños se fueron difuminando

con el pasar de los años

sin llegar a ser alcanzados,

unos quizá diluidos,

otros quizá olvidados.

¿Cuántos sueños desvanecidos en la nada?

Recuerdo escuchar tu voz

una lejana tarde de primavera,

viendo cómo una sombra ensombrecía

esa mirada tuya tan profunda,

tan intensa, tan clara, tan azul.

Persigue cada uno de tus sueños,

decías,

hasta lograr alcanzarlos,

sin prisa, pero sin demora

pues el tiempo todo lo devora

y una mañana despertarás

habiendo olvidado cómo se sueña,

habiendo olvidado cómo se vive.

Soñaré hoy un sueño por perseguir

y si no lograra alcanzarlo

volveré a soñar otro sueño,

y otro, y otro.

Mañana, mañana aún está por llegar

al igual que muchos otros sueños,

y otros, y otros, y otros más.

José Manuel Contreras ... (ver texto completo)
Hola! Ese poema es mío. No hay problema en compartir reconociendo la autoría. Gracias!
Amanece la ciudad

silente de la habitual melodía

que orquesta ese tráfico constante

de vehículos diversos y transeúntes

en busca de sus destinos.

Aún permanecen encendidas farolas

con sus luces ambarinas, unas,

y con su blanco frío otras,

iluminando ahora nada,

mientras este sol de primavera

alfombra de luces y sombras,

parques, aceras y el ennegrecido asfalto.

Escucho lejano el rumor del agua

de ese arroyo artificial que incansable

recorre el parque.

Ahora me llega el alegre ladrido de un perro,

quizá provocado por esta primavera

que de nuevo nos acompaña,

o tal vez animado por los juegos

que su paseante le procura.

El canto alegre de un mirlo

acompaña mi mañana,

recordándome la belleza de una Naturaleza

que nos regala sonidos, colores y fragancias

que acarician nuestros sentidos.

Poco a poco la ciudad despierta

y se va perdiendo el silencio;

sonidos viejos y nuevos que nos acerca el viento,

rompen con su llegada este amanecer sereno.

Ruidos metálicos que, sin duda, brotan

del paso de un camión de la basura.

Una aguda sirena se abre paso,

con inusitada insistencia,

seguro nace de un vehículo de emergencias.

Estrépito provocado por el paso

de una moto sin silenciador

rompe este aire inundando

con su desagradable eco

todo el espacio, todo el tiempo.

Sonidos que me recuerdan

que la vida continúa

y que no se detiene por nada,

ni por nadie,

mientras la ciudad despierta,

mientras la ciudad duerme.

José Manuel Contreras ... (ver texto completo)
Me gusta la primavera;

quizá porque nací un mes de mayo

de hace ya algunos años.

¿Cuántos?

Qué más da, no es la razón,
... (ver texto completo)
La vida es esa tragicomedia

que se inicia cuando se levanta el telón

en ese preciso instante en el que llegamos,

finalizando cuando se baja el telón

en ese instante preciso en el que partimos.

Esa primera escena que llena de luz y color

todo el patio de butacas,

donde diferentes espectadores, pocos al principio,

disfrutan del comienzo de la función sin saber,

realmente, en cuántos actos se divide

este espectáculo de vida,

con un auditorio cambiante según avanza

el pasar de las escenas

y tú siempre sobre las tablas hasta el final.

En cada vida solo hay un actor principal,

tú mismo,

pero sin concha ni apuntador

que pueda ayudarte a salvar la escena.

Pertenezco a una estirpe de cómicos

por varias generaciones

y me siento muy orgulloso de estos orígenes

tan diferentes a los de muchos otros,

ni mejores ni peores, pero sí diferentes.

Una troupe familiar que viajaba

de pueblo en pueblo buscando lugares

en los que mostrar que la vida es sueño

y los sueños vida son,

con un extenso repertorio

haciendo así las delicias de unos espectadores

que ávidos de teatro y de noticias

llenaban cada tarde y cada noche

lugares con escenarios improvisados,

plazas donde nada había antes de su llegada,

teatros con bambalinas y candilejas

permitiendo que la magia del espectáculo

llenase de vida cada rincón.

Prestar tu cuerpo y tu voz,

tu risa y tu llanto,

tu soñar y sentir…

a diferentes personajes que cobraban vida,

esa vida que el autor había escrito en el libreto.

Diferentes actos han jalonado

y jalonan mi representación;

diferentes ‘mutis por el foro’

he protagonizado antes de tiempo

o con el tiempo ya cumplido.

Mas se acerca, espero que sin prisa,

el final de esta mi tragicomedia

y cuando se baje el telón

no esperaré aplauso alguno,

procuraré partir en silencio

y ligero de equipaje,

igual que cuando se levantó el telón

un día de primavera de aquel lejano año.

.
José Manuel Contreras ... (ver texto completo)
Soy padre.

El día que nació mi hijo,

mi primer hijo, mi único hijo,

fue sin lugar a dudas

el día más feliz de mi vida.
... (ver texto completo)
Si pudiera detener las guerras,

todas y cada una de las guerras,

no tengo duda alguna

en que las detendría,

pero no tengo una barita mágica.

Desterraría al oscuro e incierto

Universo conocido y desconocido,

sin causarles ningún daño,

acompañados tan solo

por su solitaria soledad,

a los sátrapas indecentes,

a los dictadores inmorales,

a los tiranos impúdicos,

a los déspotas repugnantes,

a los opresores canallas,

a los autócratas viles,

a los falsos profetas…

Quizá, y solo quizá,

quedaría más espacio,

en este lugar al que llamamos Mundo,

para el pensamiento y la reflexión,

para la paz y la armonía,

para la solidaridad y la esperanza.

Aceptaría, sin duda alguna,

la desobediencia debida

que nunca debió ser obedecida

de todos aquellos y aquellas

que volvieran sus espaldas

a los cobardes que montan las guerras

para enriquecer y enriquecerse

con el dolor y el sufrimiento ajeno;

que volvieran sus espaldas

a los cobardes que tan solo viven

para saciar la insaciable hambre desmedida

del que ejerce un poder absoluto

sobre inocentes,

ebrios de esa bilis que les habita.

Abriría mis brazos de par en par

a los que se detuvieran, en silencio,

ante las voces de aquellos

que vociferan y gritan:

avanzar,

disparar,

matar,

aniquilar,

arrasar,

asesinar,

devastar…,

por el simple hecho de alimentar

ese ego desmedido y enfermizo

que les palpita entre las piernas.

Si pudiera detener las guerras,

todas y cada una de las guerras,

no tengo duda alguna

en que las detendría.

.

José Manuel Contreras ... (ver texto completo)